Trayectoria Servicios Cursos Articulos Contáctenos
 

ARTíCULOS:

Regresión y Tiempo Psicológico.

Regresión y Memoria.

 
 

REGRESION Y TIEMPO PSICOLÓGICO.

Contiene:

  1. Introducción.

  2. El flujo del tiempo.

  3. L a dirección del  tiempo.

  4. Pasado, Pasado absoluto y Pasado vivo.

  5. Tiempo absoluto.

 

I) Introducción.

Cuando abordamos el complejo tema de las regresiones, sin importar los distintos matices y vertientes que confluyen en esta disciplina, nos hacemos intuitivamente la idea de un tipo particular de viaje mental en el tiempo, que nos posibilita recordar episodios pasados en nuestra vida.
Naturalmente, al hablar de tiempo, estamos haciendo referencia a un tiempo psicológico –subjetivo, privado-  y no al tiempo físico.

Por su parte el tiempo físico, el que miden nuestros relojes, ha despertado el interés de los científicos en virtud a que-convenientemente matematizado-  permite predecir de manera confiable el mundo que nos rodea.
  Pero en contrapartida, al tiempo psicológico, nuestra “conciencia del  tiempo”, se le ha otorgado –aún en esta época- un tratamiento exiguo, residual.
La percepción que tenemos de la duración (la medida de la cantidad de tiempo transcurrido entre dos instantes –eventos- )  puede ser considerada como una propiedad de  la conciencia. De allí se desprende que sólo gracias a la conciencia podemos historizar, es decir, asignar puntos en el tiempo a la experiencia individual.
Tomando en cuenta  el importante papel que desempeña  “la percepción del tiempo” en la práctica psicoterapéutica me propuse con este trabajo resaltar algunos puntos que nos permitan encarar  un abordaje más sistemático .

 

II) El flujo del tiempo.

El flujo del tiempo es, tal vez, su característica subjetiva más distintiva.  Aquí es donde se ve más claramente la diferencia entre el “Tiempo” (físico) y el nuestra “Conciencia del tiempo”.
Tenemos por un lado la explicación científica que nos brindan los Físicos, quienes sostienen que el tiempo en sí no fluye. Pero por otra parte es el paso del tiempo psicológico el  que nos permite explicar el hecho de que una persona posea cada vez más recuerdos y acumule más información en tiempos posteriores de su vida.
Siguiendo esta línea de razonamiento el flujo del tiempo sería una cualidad conferida por el Yo  al otorgar a un instante en particular la condición de “presente” de manera preferencial, a partir de la cual estaríamos en condiciones de inferir la existencia de  un pasado –y por ende- un futuro.
Aún quienes se vieran tentados a cuestionar estos hechos, se  verían forzados a admitir  que el proceso físico subyacente al Tiempo  es completamente ajeno a nuestra conciencia.
A modo de ejemplo, la manera de partir el espacio-tiempo es completamente distinta para una persona que está en la Tierra (suponiéndolo un marco de referencia estacionario) que para alguien que se encontrara viajando por el espacio a una velocidad cercana a la de la luz; sin embargo ambos tendrían -a priori-  la misma percepción de la duración, ya que esta se mantendría cualitativamente ligada a ciclos internos (latidos del corazón,etc.) y a juicios externos (las indicaciones del reloj). En esencia, aunque es universalmente aceptado que el tiempo por sí mismo no es causa de nada, de allí no se desprende que algunos procesos psicológicos no se encuentren influidos por la percepción del paso del tiempo: como por ejemplo, el olvido.

 

III) La dirección del tiempo.

Algunos hechos, nos hablan de la existencia de una dirección del tiempo (o asimetría temporal), tanto en caso del tiempo físico como en el del  psicológico. Un ejemplo de ello es que podemos conocer el pasado, pero nunca el futuro. Las explicaciones que compartimos en este momento están basadas en información pasada, y no futura. Que nuestra percepción subjetiva del tiempo posee una dirección, parece quedar implícito en las definiciones de “pasado” y “futuro”, dado que estos conceptos imponen una distinción en el orden en que se dan los eventos. Sin embargo, esta dirección no es fruto de un capricho lingüístico, sino que está sustentada en el reconocimiento de que muchos de los procesos que se dan en el universo, son irreversibles. Así, si pudiéramos  invertir el tiempo, las cosas no volverían atrás. Funcionarían de manera distinta, o no lo harían.
En ese sentido, si  prendo un encendedor, puedo registrar primero el movimiento de mi mano, y luego el sonido, la luz, el calor y algún resto de ceniza. Es prácticamente imposible revertir este proceso y crear un encendedor no prendido a partir de los productos de la combustión.
El paciente que despierta de una sesión de terapia regresiva, no vuelve a ser  él mismo antes del trauma, sino el que fue al comenzar la consulta modificado ahora por el conocimiento ampliado de sí mismo.

 

IV)   Pasado, Pasado absoluto y Pasado vivo.

Nuestro pasado comprende todas las experiencias y eventos que positivamente una persona atravesó hasta el presente; el aquí y ahora. Es en sí una construcción social, que urdimos con los otros. Nos valemos de ella para anticipar el  futuro, construir nuestra identidad, y volver menos caótico nuestro repertorio de conductas -entre otras cosas-.
 Es en sí un pasado discursivo, tejido con palabras; un constructo simbólico sin él se nos volvería imposible –en las actuales circunstancias- cualquier apelación a la realidad exterior. Por ejemplo, si nos preguntamos cuantos brotes (crisis) psicóticas tuvo un paciente; una, dos o ninguna; cualquiera sea la respuesta, solo podríamos aclararla en relación a ese pasado.
Por su parte, el pasado absoluto comprende a todos los eventos que directa o indirectamente pueden afectarle a usted, el observador, ahora, en  este preciso momento. Por ejemplo, si en este momento usted estuviera leyendo este artículo en su jardín, y alguien pasara y tirara un martillo por sobre el cerco de su casa; el evento de arrojar el martillo (A), respecto del evento de ver caer un martillo junto a usted (B) no formaría parte de su pasado, sino de su pasado absoluto.
El “pasado vivo” – tal como yo lo defino- está formado por todas las huellas mnémicas que potencialmente pueden contribuir a la reconstrucción de un recuerdo; es decir, a la evocación conciente de los contenidos que tramitamos  en el pasado.
El “pasado vivo” es el material vivo y latente de nuestra memoria individual (a diferencia del pasado que es nuestra memoria social). Está constituido por la información codificada de las imágenes, sonidos, olores, gustos y sensaciones  cenestésicas asociadas a un hecho real o fantaseado que –tiempo atrás- ocupó nuestro interés o capturó nuestra atención. Debido a que desde el punto de vista sensorial el ser humano es  esencialmente visual, es probable que el pasado vivo este formado prevalentemente por imágenes.
A diferencia del pasado, el pasado vivo prescinde de la palabra como fuente organizadora. Esto se debe a que el pasado vivo se encuentra en la égida del principio primario de funcionamiento mental, en el cual podemos reconocer una percepción, pero no emitir un juicio o enunciación al respecto. Si se me permite expresarlo en estos términos, diría que el pasado vivo existe  por fuera de ámbito de nuestra voluntad consciente.
Sin embargo, el pasado vivo y el pasado no se excluyen, sino que por el contrario se apuntalan mutuamente en la permanente reconstrucción de la memoria. De la misma manera que la percepción queda siempre atrapada en la descripción (dado que la palabra recorta lo que vemos); al pensar en la naturaleza de los recuerdos deberíamos considerar que el pasado vivo aporta el contenido de los mismos, y el pasado (nuestro pasado construido con otros y de cara los otros), les otorga la forma.
Los diferentes enfoques psicológicos ponen el acento en distintos aspectos de este pasado vivo. La Psicología Cognitiva lo considera parte de la Memoria a Largo Plazo (LTM), y se pregunta cómo se codifica tal información. El Psicoanálisis enfatiza su interés por los contenidos, según el principio de “donde era  Ello, debe advenir Yo”.
Pero sola la Hipnoterapia Regresiva revela la dimensión temporal de los recuerdos; es decir el hecho de que una representación no solo va acompañada de un monto de afecto, sino también de una precisa ubicación en el tiempo.

 

 

V)  Tiempo absoluto.

Este último descubrimiento hipnoterapéutico al que hacíamos referencia nos ha llevado entonces a formularnos preguntas sumamente interesantes.
En principio, sabemos que durante el trance, los índices temporales (tales como “ahora”, “antes” o “después”) nos permiten cambiar el punto de vista del observador (el  paciente), desplazarlo en el tiempo, y –dentro de ciertos límites- modificar la experiencia.
Ahora bien, sabemos que para poder sostener la verdad o falsedad de la enunciación respecto a un hecho, precisamos de un predicado atemporal, es decir, que sea verdad todo el tiempo. Esto nos abre un interrogante no solo respecto al valor de verdad de los contenidos que son verbalizados por los pacientes, sino también sobre al momento en que suponen que ocurrieron los hechos. Pero, esta es una limitación que -ustedes reconocerán- no puede atribuirse al método Hipnoterapéutico, sino que es recurrente en todos los campos de la Psicología. Más aún, la Hipnosis ha puesto en evidencia una cantidad de fenómenos psicológicos nuevos, que por su riqueza y complejidad no han sido todavía develados. Es desde esa perspectiva, que al cuestionarnos si los pacientes logran situar sus recuerdos en  un punto específico –incontrovertible- de su pasado (y solamente en él), estamos en realidad llevando la discusión a un terreno básico, anterior.
Que es la pregunta acerca de si el tiempo psicológico existe independientemente de las representaciones; o inclusive, de los recuerdos. Lo que llamaríamos tiempo – psicológico- absoluto.
Algunas posturas sostienen –inclusive- que el tiempo se presentifica  en nuestra conciencia solo de manera relacional; como tiempo lógico. Todo ocurriría como si la idea de un tiempo transcurrido, surgiera gracias a que un suceso –presente- puede ser considerado a la luz del recuerdo de un hecho anterior. Desde esta postura el tiempo psicológico en sí no existiría. El tiempo sería solo un artilugio heredado de nuestro razonamiento lógico, en virtud del cual podríamos confirmar o reformular  nuestras creencias respecto a un suceso pasado.
Sin embargo, en trance profundo, en una Regresión a un punto específico de su pasado (por ejemplo, los diez años), los pacientes recuerdan los hechos anteriores a ese punto de su vida, pero no los posteriores.
 La ubicación temporal afecta los contenidos a recordar; y no al revés. Si intentáramos subvertir su concepción temporal, y a un paciente centrado en su infancia le pidiéramos detalles de su adolescencia, solo provocaríamos confusión, pero ningún recuerdo.
Esto nos llevaría a concluir que muy probablemente nuestra ubicación temporal sea primaria respecto a la propia experiencia consciente.

Lic. Pablo Kodric

Envíe sus comentarios a:
pablokodric@gmail.com
o
www.hypnoassistance.com


  Lic. Pablo Kodric
Teléfonos:
54 - 11 - 45838090
15 33 444 202.
volver
 
     
Información l Trayectoria l Servicios l Cursos l Artículos l Contáctenos